Hace 6,195 días para ser exactos (y que casualmente era un
miércoles como hoy) le pedí a Belén mi compañera de clase en la universidad,
que fuera mi novia y ella dijo que sí… Lo que aún no tenía claro (aunque lo
intuía) es que ella pasaría rápidamente de ser de mi compañera de clase a
develarse como el amor de mi vida en un abrir y cerrar de ojos. Ese día muy
emocionado recorrí varias cuadras sobre la calle Mar Egeo de la colonia del
Country en Guadalajara, junto con ella tomados de la mano…No tenía ni idea que
la aventura apenas estaba comenzando.
Lo increíble del asunto es que ella llegó 6,954 días antes
de ese memorable día a este mundo. ¡Más tiempo del que llevamos juntos incluso
al día de hoy en el que estoy escribiendo el post! ¡Qué desperdicio de tiempo es
todo ese que no pasamos juntos sabiendo que no necesitábamos más que
encontrarnos! El tema sin embargo, es que si el día de hoy pudiera regresar a
ese punto en el tiempo (o incluso antes), no lo haría, porque en estos casi 17
años juntos, hemos pasado, sufrido, disfrutado y compartido cientos de miles de
experiencias que no cambiaría por nada; días llenos de miles de colores, días
grises y días negros que tenían que suceder para ser las personas que hoy
somos, que dicho sea de paso, no cambiaría ni un poquito lo que ha sucedido
hasta este momento, porque amo cada día que hemos estado juntos, separados,
enojados o contentos cosa que ha fortalecido de una manera indescriptible la
relación que existe entre nosotros.
No he conocido en el mundo, una persona que se entregue a
otra de la forma en la que Belén lo ha hecho conmigo (y por supuesto yo hacia
ella) sin que exista un lazo de sangre de por medio; es un sentimiento muy
extraño de pertenencia en la libertad, de amor sin importar qué, de algo que va
más allá de cualquier cosa que se pueda explicar con palabras y que me hace
inmensamente feliz.
13,148 días después de que ella llegó al mundo, siento que
la quiero desde el primer minuto de su existencia, que la amo y la he aceptado
por cada uno de esos días, sin importar qué ocurrió en cada uno de ellos, pues
hoy para mí solo existe el resultado de todo ello, sólo existe el día 13,149 y
por este día (HOY) agradezco al universo en su infinito caos que nos haya dado
la oportunidad de estar aquí hoy, en este día único e irrepetible permitiendo
que nuestra humanidad se ame de la forma más pura y perfectible que se pueda,
porque así es como la amo y como deseo tenerla conmigo (y yo con ella), en
armonía con todo lo que existe y con el inexplicable e incuestionable propósito
que venga de esta unión, sin importar el que sea y cómo llegue, mientras
estemos juntos.
Como lo he dicho antes Belén, compañera, esposa, amiga, cómplice,
amor de mi vida, amor eterno, ¡hoy celebro tu vida! Tu vida entera en un solo día,
el 27 de Enero del 2016 como si fuera el único, como si fuera el último, porque
tú para mí lo eres todo y lo eres todo HOY, sin importar el día en que lo leas,
sin importar las circunstancias o el tiempo y el espacio… TE AMO y eso es algo
que no se puede, ni se podrá disolver jamás.
El universo te conceda cientos de miles de días más de vida
y que con los que me conceda a mí y nos toque coincidir, seamos cientos de
miles más felices de lo que somos todos los días.
Antonio “indisoluble” Mendoza
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